El cine oriental no deja de darnos alegrías. En el ámbito del cine fantástico es la cinematografía que más se deja llevar por la locura, un atrevimiento que nos permite gozar al máximo con algunas piezas maestras que juegan como quieren con el tono, cuidan la estética y despiertan sensaciones. Park Chan-Wook, cineasta responsable de cult-movies incuestionables como “Oldboy” –esa escena del aperitivo a base de pulpo vivo- o “Sympathy for Lady Vengeance”, dos buenas muestras de una manera diferente de entender el arte del encuadre y la puesta en escena, estrena “La doncella”, película premiada recientemente por el público en el festival de Sitges. Escenas empapadas de sensibilidad chocan con secuencias impregnadas de inquietud. La historia transcurre en Corea en los años 30, durante la colonización japonesa. Una joven es contratada como doncella por una rica muchacha que vive en una enigmática mansión.