Verhoeven rises again !!!
Mucho se espera siempre de Paul Verhoeven, un autor de talento incuestionable, que ha ido dando bandazos en Hollywood a lo largo de los últimos años, labrándose una trayectoria agridulce. Genialidades incomprendidas como Starship Troopers, reivindicables fiascos como Showgirls y chapucillas incomprensibles como El hombre sin sombra conviven dándose de tortas en el currículum del responsable de las taquilleras, y no por ello menos sugestivas, Robocop e Instinto básico, dos pelotazos que lanzaron la carrera internacional de este holandés emigrado a EE.UU. que ya había demostrado, antes de pisar en país de las barras y estrellas, su gran capacidad como realizador en Europa con El cuarto hombre o Delicias turcas, entre otras obras a tener en cuenta. Con El libro negro, este director incombustible, responsable de la visionaria Desafío total, capaz de no atarse a ningún género a pesar del culto que le rinden numerosos seguidores del celuloide fantástico, regresa a sus orígenes, enarbolando un claro intento de aunar el cine hollywoodense con su experiencia como cineasta europeo. Así, espectáculo y reflexión se fusionan en un relato de intriga y acción de ritmo endiablado que confirma la enorme valía como narrador de imágenes de este artista tan eficaz como personal que demuestra tras las cámaras, una vez más, que aún hay esperanza. Todavía se puede hacer buen cine, sin aburrir a la platea y, de propina, retratar el alma humana.
145 minutos del ala dura esta oda a la aventura que transcurre en el marco de la Segunda Guerra Mundial. El libro negro está rodada principalmente en la Holanda natal de Verhoeven, y en escenarios de Alemania, Gran Bretaña e Israel. Unos 13 millones de euros es la cifra anunciada como presupuesto final, una cantidad irrisoria si la comparamos con los números que se barajan habitualmente en Hollywood en una producción de estas características. La historia la protagoniza una joven holandesa judía, la sensual Carice van Houten (Verhoeven se permite el lujazo de no contar con estrellas internacionales que aseguren una buena distribución de la cinta), único miembro de su familia que se libra de la cruel matanza cometida por un cruel destacamento nazi. Tras el desgraciado incidente, se incorpora a la Resistencia de su país, utilizando sus armas de mujer para seducir al jefe de la Gestapo de la zona y obtener información esencial para combatir a las SS. Cual Mata Hari, sus averiguaciones permiten que sus compañeros de lucha cometan actos de sabotaje contra el ejército de ocupación, en busca de la libertad de todo un pueblo. Se inicia así un juego de espionaje, de dobles identidades, malentendidos, traiciones y arrebatos en un ambiente bélico de quitarse el sombrero, que no busca mostrar la angustia de la guerra sin más, una vez más, como sería lo esperado. Traiciona hábilmente la lógica a la que estamos acostumbrados en el cine actual, apostando por arremeter contra el extendido topicazo sensiblero que manda en el mainstream. El director holandés se decanta por ofrecer espectáculo, no gasta sus energías en ofrecer momentos extremadamente dramáticos, y esconde bajo las imágenes, aparentemente fatuas, esa lucha por la supervivencia que tantas veces hemos visto y sigue emocionándonos, sobre todo si lo que acontece está bien contado y divierte.
Verhoeven tiene presente en todo momento la aventura a la vieja usanza. Carga de un erotismo vibrante algunas escenas, dejando ver el sello de la casa. No se corta a la hora de manejar clichés sin sonrojo, dando pie a giros argumentales fulgurantes, sabiendo que funcionan de un modo sublime entre el gran público, hipnotizado por una trama que se desgrana magistralmente, sin fisuras, en pos de un tempo vertiginoso que no deja respirar al espectador. El libro negro es un soplo de aire fresco en la actual cartelera, que reivindica el cine clásico de siempre, adaptado a los nuevos tiempos.
(de EL CORREO)