Yo y mi puto android
Amanecer y comprobar que tu muro de facebook está lleno de chorradas mayúsculas, algunas escritas por ti mismo, la mayoría, y encima hay una foto colgada, hecha con el móvil, de una imagen dantesca donde pone MISA NEGRA, en grande, muy grande. Si no encuentras ninguna razón, ninguna excusa, que explique el oscuro asunto, es que tienes un problema. Los teléfonos los carga el puto diablo. Desde que tengo el sistema android de los cojones en un pepino del carajo es fácil liarla empozoñado de alcohol malo. Es fácil creer que tienes muchos amigos cuando en realidad estás perdiendo a los verdaderos porque en una cena, en una quedada cualquiera, no les haces caso: estás todo el rato dándole a la maquinita. Estás absorto erosionando las teclas a ver qué cosa graciosa se le ocurre a alguien que está al otro lado igual de hipnotizado.
Quiero quitarme. Lo he decidido cuando me han requisado esta mañana el móvil para entrar al pase de CAPITAN AMERICA, esa película vintage de la que hablaré por aquí en nada, y me he sentido desnudo, desvalido… Sin nada que hacer sentado en la butaca antes de que empezase el filme. Sin conexión con el exterior. Perdiendo el interior. Con la sensación intermitente de que algo vibra en tu bolsillo, cuando no llevas nada. A eso se le llama mono, ¿no? En el momento en el que vas al WC y al sentarte a ejercer tu derecho al voto echas de menos el aparatejo porque no puedes mirar twitter es que la vida se está convirtiendo en un montón de mierda.