“Absolutamente todo” pudo verse en el pasado festival de Sitges, donde pasó sin pena ni gloria, e inauguró la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, donde estuvo a punto de ganar el Premio del Público, galardón que finalmente se llevó la desopilante “Turbo Kid”, un sentido y desvergonzado homenaje al cine de serie B de los años 80 que cumplió su misión en el pase colectivo del Teatro Principal, sede esencial del evento donostiarra, enfrentándose a una jauría humana con ganas de mambo audiovisual. Hubiera sido patético que la comedia amable que abrió el certamen, absolutamente tontorrona, se hubiese llevado el preciado trofeo otorgado por la masa. A pesar de estar los Monty Python en los créditos –Terry Jones firma la dirección, el mismo de la estratosférica “La vida de Brian”-, poco tiene que ver con su humor ácido este proyecto sin rumbo fijo con un Simon Pegg domesticado encabezando el reparto. El filme goza de algunos momentos de lucidez, y a la postre entretiene, pero no pasará a la historia del séptimo arte, ni por la puerta de atrás.

Los Monty Python no están presentes físicamente, solamente prestan sus voz a algunos de los personajes generados por ordenador de “Absolutamente todo”, una película de ciencia ficción de andar por casa, con tintes paródicos –demasiado cercana a “Como Dios”, protagonizada por Jim Carrey-, en la cual un grupo de extraterrestres conceden poderes a un ser humano elegido al azar, un profesor de la Tierra al que pone cara el bueno de Pegg, otrora rey de la comedia iconoclasta con títulos como “Zombies Party” o la impagable serie televisiva “Spaced”. Las nuevas habilidades del protagonista, de las que depende el destino del planeta, le permiten hacer cualquier cosa, desde resucitar a un muerto a hacer que un perro hable, y de ahí para arriba, ¡festival del humor! Las situaciones rocambolescas se suceden sin ton ni son en una propuesta que acusa cierta falta de presupuesto en algunos pasajes y busca un público mayoritario que probablemente encuentre en la tarde de cualquier domingo cuando la producción se pase por televisión. Cuesta aceptar que las mismas mentes que perpetraron clásicos del séptimo arte como “Los caballeros de al mesa cuadrada y sus locos seguidores” anden detrás de esta obra del montón.

(texto publicado en el suplemento GPS de EL CORREO, aquí sin cortes)